En el control de accesos, el nombre de usuario nos identifica y la contraseña nos autentica, con ella se comprueba que somos quienes decimos ser. El uso de la contraseña es el método más utilizado, esto significa que su gestión es uno de los aspectos más importantes para asegurar los sistemas de la universidad. Las contraseñas deficientes o mal custodiadas pueden favorecer el acceso y el uso no autorizado de los datos y servicios. No permitas que tu navegador recuerde tus contraseñas.
Las universidades deben proteger su información
Robustez
La complejidad de la contraseña es una de las principales medidas de seguridad. En muchas ocasiones, se eligen contraseñas débiles fáciles de recordar para acceder a los servicios que provee la universidad. Esto supone un riesgo.
No compartida
La contraseña debe ser intransferible y nadie bajo ningún concepto debe saber cuál es. Si otra persona conocedora de tu contraseña hiciera algo con tus credenciales de acceso, podrías ser responsable, pues aparecerá registrado como si lo hubieses hecho vos.
No usar la misma
Utilizar la misma clave para acceder al correo electrónico, redes sociales, aplicaciones y servicios ofrecidos por la universidad no es una práctica segura. La reutilización de las contraseñas es uno de los errores más comunes que se cometen. Cada servicio debe tener su propia contraseña de acceso.
Gestores de contraseña
Para evitar tener que recordar todas esas contraseñas existen herramientas específicas que simplifican el trabajo, conocidas como gestores de contraseñas. Utilizando este tipo de herramientas, únicamente será necesario, acordarse de una contraseña, la que permite el acceso al gestor.